El origen de las adiciones

Cuando intentamos averiguar cuales es el origen de las adicciones es difícil encontrar un patrón claro y genérico. Actualmente la diversidad de sustancias, pensamientos  o emociones  que pueden generar adicción es casi infinita. Las personas tenemos al alcance muchos estímulos y a su vez demasiadas carencias que, cuando se juntan, pueden ser una combinación explosiva.

La adición empieza con el consumo o la realización de una acción  que nos genera una respuesta o  estimulo en nuestro sistema de recompensa. Es un estímulo agradable que nos gustara repetir cada vez más frecuentemente. Pero habrá un momento de inflexión en la que realizamos ese acto adictivo ya de forma regular y la recompensa  se convierte en refuerzo negativo. Esto quiere decir que consumimos para paliar una incomodidad, una ansiedad más que para producir un beneficio.

Las adicciones tienen su origen en paliar ansiedad o incomodidad

Sí que se ha visto que personas con más inseguridades originadas en la infancia suelen ser más proclives a caer en estas dependencias y adicciones. Personas que no reforzaron su auto estima y que han vivido ciertas situaciones de desamparo por lo que les lleva a buscar algo en lo que apoyarse.

Esa dependencia entonces hace un papel como de velo protector, pasa a ser mi fuente de atención ocultando miedos más profundos que la persona pueda tener de aspectos más específicos de su vida.

Las adicciones son como un acompañante toxico, algo o alguien del que dependemos y que no nos abandonara a no ser que nosotros queramos. Claro que la cosa se va complicando y habrá un momento en que la situación es insostenible y  las consecuencias finales nefastas.

Un rasgo que a veces también se puede repetir es el de la conmiseración, el sentir pena de uno mismo, creer que son todo culpa de las circunstancias. Se adopta un perfil de victima que conlleva una actitud ante el problema con pasividad, como si no se fuera el causante de estas actuaciones sino que ya estuviéramos condenados por causas externas.

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